Soy un poeta infantil, medio asustado,
medio cobarde, medio limado.
Sin ajuste no hay consenso.
Se agrietan puentes, se ahogan nexos.
Mientras el agua, azulina, corre transparente
con la fuerza de la voz de la lluvia,
del espíritu del viento.
Del árbol.
Que fomentan la corriente incesante,
incipiente en el marco de una oscuridad
atravesada por la negligencia operativa
de su propio ser, ya hecho añicos,
destrozando lo natural, todo alrededor.
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