jueves, 14 de octubre de 2010

Ayer

Pese a tu cuerpo, puro cristal,
hoy no puedo ver mi reflejo en tu mirada,
que se aparece intransigente,
en el equilibrio inestable de mi mente.

Insomnio,
mis paredes oyen el eco hueco de tu voz,
realzada por el viento al golpear la chapa,
fusilando mi soledad.
Si no estoy perdido, es por la luz del sol

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