Es recurrente la aparicion del divagar como escapatoria al mundo de la etiqueta, del consumo, del shopping.
Romper la estructura alienante desde la ridiculización de cada palabra, cada gesto, cada relación.
Cada cosa como grito para la desnaturalización de la cosificación de todo,que avanza, lógicamente, prepotente. Sin importarle un carajo.
Por eso el divagar puede ser un gran recurso de generación de contra sentido, pero no puede ser transformador.
Porque no tiene, no le interesa, el armado de estructuras que discutan sentido contra la racionalidad totalizante .
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