Concluyo que, en definitiva,
es mejor dejar de lado la palabra,
para que surja la forma.
Concluyo que al fin y al cabo
cada emoción es inexpresable
y que cada percepción imborrable
se transforma en recuerdo.
Concluyo que, desvestido del tiempo,
en esencia no soy más que el:
El concepto de belleza inmortalizándose, hecho piel.
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